viernes, 29 de abril de 2011

No dejar llorar (By San Carlos González)



Está muy extendida la teoría de que a los niños (2 o 3 años) hay que dejarlos solos cuando tienen una rabieta. Claro, en la versión “progre” del tema se dice que al niño se le deja desahogarse, pero el resultado es el mismo (le dejas solo y llorando) que en la versión tradicional: “no es más que teatro, así que hay que quitarle el público”, o en la conductista: “aislado en tiempo de exclusión hasta que aprenda a comportarse como es debido”.

Quizás parte del éxito de algunas de las teorías de “dejar llorar” viene de una confusión semántica: “no (dejar llorar)” frente a “(no dejar) llorar”. Me explico. Cuando yo digo que no hay que dejar llorar a un niño lo que estoy diciendo es que los padres no tienen que hacer una actividad denominada “dejar llorar”, actividad que consiste en pasar de un niño que llora y no hacerle caso. Yo no estoy prohibiendo nada al niño, en todo caso estoy “prohibiendo” a los padres que le “dejen llorar”. En cambio algunas personas lo que dicen es algo muy distinto, que el niño no debe hacer una actividad denominada “llorar”, que los padres deben impedírselo, prohibírselo, incluso castigarlo por ello. Eso, claro, me parece una barbaridad.

Es una actitud mucho más extendida de lo que parece. Miles de veces, en vez de intentar consolar de forma adecuada a un niño (cogiéndolo en brazos, o dándole teta, o preguntándole qué le pasa, o diciendo “pobrecito, qué pupa más grande” o “sana sana culito de rana” o reconociendo el problema “sí, qué rabia, tenemos que irnos del parque porque es muy tarde, menos mal que mañana podremos volver…”), se le dicen con la mejor de las intenciones cosas como “no llores, que te pones muy feo”, o “qué vergüenza, un niño tan grande y llorando”, o “no llores, que los niños valientes no lloran”, o “no llores que pareces una nena” o “me duele la cabeza de oírte llorar”, o “este señor se va a enfadar si lloras”, o “cállate de una vez”, o “me tienes harto con tus llantos”.

Todos estos son ejemplos, unos más suaves y otros más bestias, de “(no dejar) llorar”. Claro, a todos se nos ha escapado alguna vez, y por una vez no tiene importancia; pero imagínense lo que es que cada vez que lloras, sea cual sea el motivo, te digan que te pones feo. ¿Qué va a sentir, cuando sea mayor, una persona educada así? ¿Qué comprensión, qué empatía, podrá sentir por el dolor ajeno, por el llanto de sus propios hijos? Le estamos diciendo que la belleza es el valor supremo, y que uno tiene incluso que reprimir sus propios sentimientos para poder ser “guapo” y por tanto aceptado socialmente.

Lo mismo que, cuando dejamos solo a un niño con una rabieta, cuando deliberadamente nos vamos de la habitación, o lo enviamos sólo a una habitación, le estamos enseñando que el dolor no es socialmente aceptable, que una persona bien educada no “se deja llevar” por sus sentimientos en público.

Otra cosa sería un niño mayor (o adolescente) que deliberadamente se va a llorar solo. También hay que demostrarle que tiene derecho a aislarse, si eso es lo que desea. No salgas corriendo detrás, no le digas que “es de mala educación” y que “no puede levantarse de la mesa”… pero puedes, al cabo de un tiempo prudencial, acercarte, decir algo, y seguir o retirarte según su respuesta.

Cuando mis hijos tenían rabietas, lo probaba todo. Es cierto que en algunos casos parece que no quieran ser consolados: si les hablas o les preguntas, lloran aún más fuerte o te insultan, si intentas cogerles en brazos se resisten y patalean, si les tocas te pegan. En esas circunstancias, es muy humano sentir la tentación de decir: “¿Y encima me pegas? ¡Pues me voy y te j….! ¡Yo no tengo por qué aguantar esto!” Sentimiento que muchos intentarán racionalizar (pues la capacidad del ser humano para engañarse así mismo parece ser aún mayor que su capacidad para dejarse engañar por otros) con argumentos como “es mejor que se desahogue” o “no es un castigo, es aplicar las consecuencias lógicas, debe aprender que si insulta y pega nadie querrá estar con él”. Es muy humano reaccionar así, pero ¿no es un poco “infantil”? ¿No debería un adulto, que encima es padre, tener más herramientas que un niño de tres años para canalizar la ira y para mantener la compostura en situaciones difíciles?

Supongo que cada niño es distinto, y que cada familia encontrará su propia estrategia. A nosotros nos iba muy bien, en las rabietas más terribles, alejarnos un poco y ponernos a hablar del niño en voz alta: “¿Sabes, Mamá, que ayer llevé a María a ver a Abuela? – ¿Ah, sí, fuisteis a ver a Abuela? – Si, y María estuvo ayudando a Abuela a preparar un pastel? – ¿María ya sabe cocinar? – Sí, lo hizo muy bien, dijo Abuela que nunca había quedado la masa tan bien revuelta, sin ningún grumo de harina…” A medida que vamos hablando, notamos como María deja de llorar para poder oír mejor. “¿Y con qué hicieron la masa del pastel? – Pues con harina, leche, huevos, levadura, y… a ver si me acuerdo, había otra cosa…” Y de pronto María interviene: “-Y limón rallado, lo rallé yo”. A partir de ahí, la rabieta puede darse por concluida, siempre y cuando los padres sigan disimulando un rato y eviten la mezquina tentación de vengarse: “Ah, conque ahora hablas, creí que sólo sabías llorar”, o “No me interesa lo que digas, si tú no me querías oír a mí, yo tampoco te quiero oír a ti”, o “Ahora que has dejado de llorar, ¿me puedes explicar qué te pasaba?”…

Es asombroso la cantidad de padres que sienten (sentimos) la ridícula necesidad de decir la última palabra, de ajustar cuentas, de dejar bien claro quién se ha portado mal y quién se ha portado bien, la necesidad no sólo de vencer, sino de humillar al vencido. Que el mentiroso confiese, que el culpable pida perdón, que el desobediente obedezca… Supongo que son frustraciones sin resolver de nuestra propia infancia, que nos creemos con derecho a exigir de nuestros hijos absoluta sumisión porque sabemos que jamás la obtendremos ni de nuestros padres, ni de nuestro cónyuge, ni de nuestros amigos, ni de nuestros jefes, ni de nuestros subordinados, ni del gobierno...

miércoles, 20 de abril de 2011

Requisitos para un colecho seguro


Siempre digo y defiendo el colecho y creo que es una opción estupenda si das el pecho a tu hijo (no puede ser de otra manera) y una de las primeras cosas a las que te enfrentas es a toda esa gente que te dice que no es seguro, que le puedes asfixiar sin querer... bueno, pues lo cierto es que si se cumplen unos requisitos mínimos de seguridad es incluso beneficioso. Os cuento algunas normas a seguir:

- No estar bajo los efectos de ninguna droga o medicación.
- No ser fumador y que en la casa no se fume.
- Padecer obesidad que impida moverte con facilidad en la cama.
- Evitar abrigarlo demasiado o dormir en una habitación muy caldeada.
- Dormir en un colchón firme, sin colchitas, mantitas, almoadas o peluches que fuedan axfisiar al peque.
- Evitar lazos en camisones, o cordones, o incluso si tenemos el pelo largo habría que recogerlo para evitar un riesgo de estrangulamiento.
- Cuando el bebe es capaz de desplazarse hay que poner barreras para evitar que se caiga mientras duerme.
- Un cansancio extremo de la madre puede hacer que su percepción se vea afectada y sea peligroso que duerma con el bebe.


Que tengais un feliz colecho!!!!!

martes, 19 de abril de 2011

Razonamientos???

Paseando por el campo:

Mayor: Mamá, una hormiga se ha metido debajo de mi zapato y se ha quedado quieta.

lunes, 18 de abril de 2011

Lactancia de Pequeña

Lo primero que he de decir es que la experiencia hace mucho.

De entrada dejé de lado las recomendaciones de todo el mundo y decidí parir en condiciones. Sabía que lo que quería era un parto respetado y busqué opciones. Finalmente me decidí por un parto en casa.

Otra de las cosas que tenía claro era el colecho desde el minuto 1 y nada de experientar con tonterías que oyes aquí y allí. Sabía lo que quería y como lo quería.

Dado que la lactancia de Mayor no fue todo lo satisfactorio que debería tenía mucho miedo que se repitiese el resultado y esto se lo transmití a la matrona. Me dijo que ya lo solucionaríamos si llegaba el caso.

El primer día todo fue bien, comía y se dormía, dos o tres horas y vuelta a lo mismo, yo estaba encantada, parece que se quedaba satisfecha y el agarre fue estupendo. Como los primeros días las visitas de la matrona en casa te los hacen de seguido pues podía preguntarle todas mis dudas (la verdad que aprendí un montón).

El segundo día ya no fue lo mismo, la tenía todo el día (literal) cogida a la teta y yo ya pensaba que el drama se repetía pero mi maravillosa matrona me explicó que eso era lo normal, que el primer día no tienen necesidad real de comer porque se les acaba de cortar el suministro de alimento pero que el segundo es cuando reclaman la subida de la leche, la cantidad que necesitan y que es importante ofrecerles esa demanda, que en unos días se ajusta y las tomas se espacian. Esas fueron las mejores palabras que me dijeron. Recuerdo que cuando nació Mayor el segundo día me pasó lo mismo y se lo comenté a la enfermera que se quedó con ella. No me dijo nada en ese momento, no me explicó nada y yo solo era una madre cansada  que pensaba que mi leche no valía. Nadie me habló sobre lactancia y yo, claro, no tenía ni idea. 

La cosa siguió estupendamente y estubo mamando a demanda hasta los 7 u 8 meses que le empecé a dar purés solo para comer. Sobre los 10 meses vi que empezaba a pedir más y le empecé a dar comida y cena. Ahora con el año sigue con la comida y la cena y empieza a picar a todas horas de lo mismo que como yo, la teta también entre horas, de postre o cuando se hace daño.

La única cosa que puedo sacar en negativo es que por las noches no se puede quedar sin mi porque me reclama pero esto es un puntito minúsculo en comparación con lo satisfecha y contenta que estoy de haberle podido dar el pecho.

sábado, 16 de abril de 2011

Lactancia de Mayor

Yo de siempre tuve claro que quería dar el pecho.

En el embarazo me leí un libro de (San) Carlos González que me abrió los ojos en lo que a maternidad se refiere y me encantó. He de decir que el enfoque que plantea me caló hondo aunque todavía tenía un camino por descubrir para llegar al punto "extremo" en el que hoy me muevo. Me leí muchos más libros con esta "nueva visión" de la maternidad porque a lo que estaba acostumbrada era a un "dejalo dormir solito en su cuna" o " se va a malacostumbrar". Pufff, que lejos me queda aquello.

El parto de Mayor fue un poco traumático para mi y la verdad que no se si por eso, o porque sufrí un golpe muy duro durante el embarazo (golpe emocional quiero decir) acabé con una bonita depresión post parto. Cuento esto porque creo que influyó en mi lactancia.

El agarre fue estupendo y no tenía problemas ni dolores, el único problema que tuve era que Mayor no cogia peso. La verdad que no se por qué, la ponía a la teta, la llevé a cuatro pediatras diferentes, le ofrecia a demanda, hasta fui a una reunión de la liga de la leche... no conseguía que engordase más de 50 gramos a la semana. Lo llevé muy mal y tuve que luchar con las abuelas que me decían: "lo que tiene es hambre" o "dale un poquito de biberón que yo a ti te di y no te pasó nada". No me podía creer no ser capaz de generar leche suficiente para ella. Había leído al respecto y sabía que la falta de leche en la madre se daba en muy pocas ocasiones (aquí un artículo muy interesante).

El resumen fue que acabé picando de aquí y de allí: La paseaba en su carrito mientras lloraba para que durmiese, medio apliqué el odioso método Estibill, la acostaba en su cuna... Me arrepiento enormemente de no haberme hecho caso, de no haber sabido lo que ahora sé.

La cosa no funcionó y llegó al percentil -3.

Aquí quiero hacer un inciso para mi señor esposo que creía firmemente en mi, me apoyó y me ayudó a luchar contra el mundo. Sabía que era muy importante y estuvimos juntos en todo momento. A él quiero darle las gracias (aunque sé que no me lee) y quiero dejar constancia de que le estoy infinitamente agradecida.

A los dos meses el pediatra nos dijo que no podíamos dejar que siguiese bajando de percentil y que le diese el biberón. Todavía recuerdo la llantina y el disgusto que me llevé. El caso es que le empecé a dar el biberón y la pobrecita mía empezó a recuperarse de peso porque se había quedado en los huesitos. Lo que es cierto es que aun por esas, yo le seguí dando el pecho hasta los dos años que se destetó, cabezona que es una.

Recuerdo que hasta escribí a la revista de Ser Padres porque sabia que allí daba su opinión Carlos Gonzalez y lo cierto es que me respondieron. Me vino a decir (otra chica que trabajaría para ellos, por lo visto Carlos es la imagen) que si la niña engordaba 50gr a la semana que comer comía y que le faltaba un poquito para llegar a donde tenía que hacerlo. Quizás la solución habría sido acosarla conmigo en la cama para que comiese alguna toma nocturna más, ahora esto ya no puedo saberlo. Lo que creo es que fue un cúmulo de cosas las que influyeron, desde el parto medicalizado hasta todos los consejos procedentes de todas partes.

Fue una pena no dar con alguien que me supiese aconsejar bien sobre el tema.

A día de hoy todavía me queda el resquemor pero estoy contenta, Pequeña a mamado estupendamente desde el primer día y ha engordado genial y aún con un añito le sigo dando pecho pero esta entrada la dejaré para otro día. He recorrido un largo camino que me ha llevado hasta donde estoy hoy y lo cierto es que estoy contenta aunque me apena que Mayor haya sido, un poco, nuestro "conejillo de indias".

viernes, 15 de abril de 2011

Torrijas


Se acerca Semana Santa y como no puede ser de otra manera llega el momento de las torrijas. Me parece muy curioso que no me acuerde de ellas nada más que por estas fechas y es que me chiflan. Siempre voy con el taper a casa de mi madre que me suministra pero esta vez he decidido hacermelas yo y me han quedado muy ricas. Os dejo una foto del resultado final y os animo a hacerlas que son muy sencillas. Por desgracia con Mayor y Pequeña no han triunfado pero tiempo al tiempo...

Ingredientes:

Unas pocas de ganas
1 litro de leche
1 barra de pan para torrijas
azucar al gusto
canela molida al gusto
2 huevos
aceite
Mucho amor


1º poner a calentar la leche en un cazo con el azucar
2º se corta el pan en rodajas de unos dos centimetros y colocarlas en una fuente
3º cuando la leche empiece a hervir volcar sobre la fuente y empapar bien el pan
4º esperar sobre una hora para que se humedezcan bien, si lo vemos necesario darles la vuelta
5º batir los huevos y rebozar las rebanadas con mucho cuidado que no se rompan par apasarlas a una sarten que tenemos lista con el haceite caliente
6º proceder a freir las torrijas
7º por último en un plato mezclar azucar y canela y rebozarlas con esa mezcla
8º ya están listas para comer :D

Espero que os animeis a hacerlas, yo nunca las había hecho y he de reconocer que ya no me queda ni una. Me parece a mi que no es una buena idea para la operación viquini.

miércoles, 13 de abril de 2011

Momentos

 

Hoy hemos cogido el autobús y como soy puro despiste casi nos pasamos la parada. Al bajar Mayor me dice algo parecido a que la puedo dejar olvidada y mantenemos la siguiente conversación:

Yo: Nunca me puedo olvidar de ti porque te quiero muchisisisisimo.
Mayor: Yo tambien te quiero.
Yo: Sí, pero yo te qiero un montón.
Mayor: Yo te quiero tanto como tú me quieres, tengo la tripa llena de lo que te quiero y de comida.

Jajajaja, todavía me estoy riendo.

martes, 12 de abril de 2011

Ya pasó un año

Pues a todo esto, con el jaleo de vida que llevo, no os he contado que Pequeña ya ha cumplido un añito. Ya es toda una moza ;D.

La verdad que estoy encantada (algo extresada) de haberlas disfrutado a las dos. De poder permitirme ser una ama de casa encantadora y ajetreada, de disponer de tiempo (solo) para ellas, de hacer las cosas como a mi me gustan y no tener que emberrincharme por la manera de hacerlas en la guarde, en fin...de tantas cosas.

No me puedo ni imaginar como lo habria vivido si hubiese trabajado y no sé como la gente puede sacar tiempo para hacer todo y no morir en el intento. Me imagino que debes de contar con mucha ayuda y tirar de guardería, colegio y actividades extraescolares. Me imagino que los abuelos tambien juegan un papel muy importante.

No sólo ha pasado un año para Pequeña, también ha pasado para mi. Hace un año descubrí el parto y lo que es en realidad. Pude ayudar a mi hija a nacer y experimentar la fuerza de la naturaleza, lo sabia que es y los millones de años de evolución que hacen al cuerpo humano ser capacer de parir de una manera sabia y necesaria.

Por suerte cada vez volvemos a un parto más respetado y se empieza a descubrir que se medicaliza demasiado. A continuación os dejo un link de un pequeño reportaje que se dio en el telediario de la Primera de hace unos días y deciros que la que aparece hablando, Anabel, fue mi matrona.
Empieza en el minuto 35.

lunes, 4 de abril de 2011

A primeros de Abril ¿aguas mil?


Pufff, acabo de darme cuenta de lo abandonado que tengo esto y del tiempo que hace que no escribo ninguna cosilla. La verdad que no paro. No tengo todo el tiempo que me gustaría para seguiros a todos a los que antes leía diariamente. Con vosotros me he reido, he llorado, me he emocionado, he reflexionado, y un sinfin de sentimientos, pero la verdad que ahora no tengo demasiado tiempo y el poco que consigo sacar lo dedico a un proyectillo que tengo un poco abandonado (lo siento chicas) pero hago lo que puedo.

Esta entrada sólo es para deciros que sigo por aquí, feliz, disfrutando de mi doble maternidad y dandolo todo por mis hijas. La verdad que tengo algunas cosillas que contaros y alguna entrada pendiente pero poco a poco haré lo que pueda.

Un beso a todos los que me seguís y gracias por seguir conmigo.

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