martes, 26 de enero de 2010

El nacimiento de Aldara

Otro relato de un bonito parto que han compartido desde el foro de la asociación El Parto es Nuestro (EPEN) . Gracias por compartirlo Kris.

La imagen pertenece a Richard Wilkinson. Otro bonito descubrimiento.

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Desde hacía mucho tiempo había tenido muy presente la posibilidad de parir en casa cuando llegase el momento. Por eso, hacia el tercer mes de mi embarazo contacté con Anabel García, comadrona con la que varias amigas y conocidas habían parido. La llamé, quedé con ella un día para conocernos y hablar y me causó muy buena sensación desde el principio, es de esas personas que dan confianza y seguridad. Me explicó cómo iba todo el tema de parir en casa, atendió todas mis dudas... A lo largo del embarazo nos vimos unas cuatro o cinco veces más; en la semana 37 ella hizo una visita a nuestra casa junto con Paca, la doula, y puede decirse que desde ese momento "estaban de guardia". Yo me puse de parto en la semana 40, un día antes de salir de cuentas.

Ocurrió el 4 de noviembre de 2009. Ese día me levanté a las 7 de la mañana con contracciones no muy fuertes, por lo que tampoco quise hacerme a la idea de que ya estaba de parto (podían haber sido pródromos y estar así días), así que esa mañana hice vida normal, fui al banco a zanjar unos asuntillos (no sé por qué algo en mi interior me decía que más tarde lo tendría más difícil, je je…), etc. Estaban conmigo mi compañero, Eloy, y mi querida amiga Marian con su hijo Arán, de casi dos años, que habían venido desde Girona para acompañarnos en el parto, pues ella también había parido en casa. Mientras pasaba el día, las contracciones seguían. Comimos y Eloy se fue a trabajar. Hacia las 5:30 o 6 de la tarde ya notaba que eran bastante intensas y seguidas, pero yo seguía haciéndome la remolona, las pasaba de rodillas en el sofá y seguía con lo mío... hasta que a las 7 y pico por fin me decidí a llamar a Anabel (ella me dijo al día siguiente que por mi voz ya supo que estaba de parto, en pleno auge). Cómo sería la cosa que cuando ella y Paca llegaron, sobre las 9 menos cuarto, me hizo un tacto y yo ya estaba ¡de 8 cm! Rápidamente prepararon todo, con ayuda de Eloy y de Marian. Por aquel entonces yo ya no me enteraba mucho de lo que sucedía a mi alrededor, estaba bastante "metida" en el tema... Pero recuerdo que Paca y Eloy me ponían calor en los riñones y en la barriga (con una bolsa de agua caliente y un saco de semillas de esos que se calientan en el microondas), ellas me recomendaban diferentes posturas para pasar las contracciones... En un momento dado me sugirieron meterme en la bañera con agua calentita, lo cual acepté de buen grado, y me vino fenomenal, hay que ver cómo aliviaba...

La cosa iba en aumento hasta que me entraron las famosas ganas de defecar, vacié la bañera (era la de mi casa, no una bañera de partos) y estuve allí un ratito... ¡Ya llegaban las ganas de empujar! Al poco, me salí de la bañera, y estuve un ratito empujando a cuatro patas dentro del cuarto de baño, la cabecita de mi niña ya estaba ahí, pero se resistía a salir, y el calor era sofocante. Así que Anabel sugirió ir al salón, y resultó ser otra buena idea. Allí que me planté, a cuatro patas en el sofá, agarrada de Eloy (al cual dejé unos buenos moratones en los costados, sin darme cuenta, al apretar), y en unos pocos pujos nació por fin Aldara (a las 23:40); mientras, creo recordar que Anabel me sujetaba con la mano el periné para evitar que me desgarrase... Todo fenomenal, ni un desgarro, ni un punto, sólo una pequeña laceración que curó enseguida, y la nena estupenda. Hasta ese momento no habíamos sabido –por voluntad propia- el sexo de la bebé, así que fue una gran sorpresa saber que era niña, ya que casi todo el mundo creía ver lo contrario en mi cara y en la forma de mi barriga…

Rápidamente me tumbé y me la pusieron encima (fue curioso, porque hasta pasados unos minutos no surgió la duda de si era niña o niño, y como al poco de estar en mi regazo expulsó el meconio, ¡hubo que limpiarla para poder adivinar su sexo! Bueno, no sólo a ella, a su madre también, je je…), y allí fue reptando en busca del pezón, que pronto agarró y con muchas ganas (tantas que antes de encontrarlo me hizo un buen "chupetón" en la teta). Al ratito, cuando el cordón ya había dejado de latir, llegó el momento de cortarlo, le dejaron a Eloy los honores. Pero no había terminado, ¡aún quedaba la placenta! Anabel me dijo que empujase (yo ya no tenía ganas, pero hice el esfuerzo), y con su ayuda salió, perfecta y no muy grande. Comí un trocito y el resto lo utilizamos para hacer homeopatía para Aldara y otros menesteres. Aunque a mucha gente le da repelús lo de comer un trozo de placenta, Anabel siempre lo recomienda porque ayuda a que el útero se contraiga en un pispás y se reducen muchísimo las hemorragias de posparto. Luego me fui caminando (con ayuda, claro) hasta nuestra habitación y me tumbé en la cama con la pequeña duendecilla que acababa de salir de mis entrañas, mientras Anabel, Paca, Eloy y Marian recogían la casa. He de decir que a la mañana siguiente, cuando me levanté, ¡parecía que nada hubiese sucedido allí! Salvo por la presencia de Aldara, claro... Después del parto, Anabel y Paca hicieron cinco visitas más, en las cuales veían a la niña y también a mí, nos daban consejos sobre la lactancia, los cuidados del bebé, ejercicios para recuperar el tono del periné y el suelo pélvico, le hacían las pruebas pertinentes a Aldara... la última visita fue a los diez días del parto.

Por cierto, el pequeño Arán estuvo presente cuando nació Aldara, y hay que ver con qué naturalidad se lo tomó todo… estaba emocionado con esa bebé “más pequeña que él”, y aún hoy lo sigue estando, ¡la quiere muchísimo, como si fuera una especie de hermana pequeña!

Mi experiencia ha sido muy muy positiva, estoy encantadísima de cómo ha ido (y sigue yendo) todo, y creo que todas las personas que me acompañaron han contribuido mucho a ello. Es cuando ves la importancia de la atención al parto y posparto, y cómo puede cambiar la cosa desde que te atiendan de una manera a que lo hagan de otra, por eso animo a todas las mujeres que se plantean parir en casa a que lo hagan, siempre estando abiertas a lo que pueda suceder y confiando en una misma y en nuestro cuerpo, que es muy sabio. La actitud personal también es muy importante, hay que vencer los miedos y entregarse, olvidarse de lo aprendido. Es mucho más fácil de lo que parece. La vida se abre camino…

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